domingo, 4 de noviembre de 2018

SALUTOGENESIS

Publicado por Sweetie en 22:17 0 comentarios
Reconociendo que la relación médico-paciente ha existido siempre, surge la pregunta de si es importante que subsista aún en los tiempos actuales en que la medicina se sustenta en la utilización cada vez más excesiva de métodos de diagnóstico y tratamiento que parecen ser el paradigma de la medicina actual. Desde nuestro punto de vista la respuesta es afirmativa. Los nuevos procedimientos enriquecen los recursos del médico, pero no sustituyen el poder terapéutico de una buena relación, que incluso debe servir para ayudar al médico y paciente en el uso de estos procedimientos, que son un indiscutible avance, pero que han cambiado los objetivos y paradigmas de la medicina innecesariamente cuando son utilizados en demasía, sin criterio clínico adecuado y lo que es más triste olvidando que la razón de ser de nuestra profesión, debe ser y buscar el bienestar del enfermo.

Dentro de los establecimientos de salud, el consultorio es el espacio donde la comunicación interpersonal se expresa con mayor despliegue y profundidad. Luego de atravesar la recepción y aguardar su turno en la sala de espera, la persona es recibida por el profesional de salud en su consultorio. Resulta indispensable para el profesional analizar cómo se lleva a cabo ese encuentro, tan esperado por la persona que viene a hacer una consulta. 
Ese encuentro cara a cara, es una instancia de comunicación básica y directa pero al mismo tiempo rica, intensa y compleja. Dicho encuentro puede ser una oportunidad de aprendizaje y verdadera comunicación.

Ahora bien, el elemento fundamental para una buena relación es la confianza, y este primer paso lo iniciaba el paciente al escoger a su médico para confiarle su bien más preciado: su salud. El paciente contaba con que su enfermedad y algunos aspectos de ella permanecerían sólo en el conocimiento de él y de su médico. El médico dependía en un grado mucho mayor que ahora de su habilidad para acercarse al paciente, el diagnóstico se establecía con los datos que éste proporcionaba y en los signos de enfermedad que pudiera recoger por su exploración. Los análisis y pruebas de gabinete se solicitaban para corroborar diagnósticos o para ratificarlos. Debemos aceptar que en la medicina actual sea institucional o privada hay elementos que no estimulan la confianza. En la relación médico-paciente, el médico debe estar consciente de que el paciente no tiene dañado solo un órgano, sino que enferma de manera integral. Por ello, debemos reflexionar que el enfermar conduce a sufrir. En ocasiones se padece mucho más de lo que se está enfermo y no debe olvidarse que cuando un paciente enferma de algo grave, enferma con él la familia. Por todo ello no es vano recordar aquella vieja conseja médica que señala: “El médico pocas veces cura, algunas sana, pero siempre debe consolar”
Esta peculiar relación de confianza del enfermo y comprensión del médico, se completaba con un detallado procedimiento de exploración física del enfermo que no se limitaba sólo a la región del organismo que parecía afectada. Como auxiliares de diagnóstico el médico de épocas pasadas contaba con un número limitado de análisis de laboratorio y sencillos estudios radiológicos. En la actualidad los recursos de diagnóstico han aumentado considerablemente. 
Con todos estos avances, la medicina de hoy sería gloriosa si no se hubieran insertado en ella elementos perturbadores que ocasionan cambios en el paradigma tradicional de la medicina y de la relación médico-paciente. Debemos reconocer que hay dos aspectos completamente diferentes en estos cambios. Uno de ellos altamente positivo y otro negativo que puede invalidar los grandes adelantos mencionados y gestar la pérdida de los valores de antaño. 

El cambio positivo se refiere al avance hacia una medicina social, en beneficio de la colectividad, organizada para atender a todos los habitantes de un país o a un grupo de ellos. 

El cambio negativo del paradigma es la conversión de una profesión eminentemente humanística y de beneficio social, a una medicina concebida como una industria, en donde se debe buscar el beneficio de los inversionistas que han creado esta industria. En el cambio positivo, hay también diferencias, unos países la han desarrollado a través de grandes instituciones públicas, organizadas por el estado para la atención de los habitantes.

 En la medicina actual hay elementos que no estimulan la confianza. En una publica el paciente va con el médico que la organización señala, mismo que frecuentemente cambia en el curso del tratamiento; el paciente no va con “su médico”. En la privada sucede algo semejante: el médico es asignado por la compañía de seguros o por el hospital que escoge al que acepta su tabulador. La medicina corporativa es directamente responsable –tanto la pública como la privada– del deterioro de la relación médico-paciente, en uno como en el otro caso, el médico debe atender un número de pacientes superior a aquellos que le permitirían una entrevista con el tiempo suficiente para establecer una buena relación con el enfermo. Este es un mal mundial.
 Hay reportes de medicinas en donde existe esta restricción del tiempo dedicado al enfermo. En nuestro medio, la consulta en las instituciones de seguridad no sólo es breve, en ocasiones la cita que se logra para ser atendido es en una fecha tan posterior que el padecimiento ya se ha resuelto o complicado, generando ello mayor desconfianza en los enfermos.

Circunstancias de la época actual que influyen en la relación                                 médico-paciente.

De los médicos

" El papel del médico es de un asesor y educador que permite al enfermo tomar decisiones"

 El médico de hoy tiene que mantener su certificación vigente y para ello cumplir con exigencias académicas.
 La imagen pública del médico también ha cambiado en relación con la que tenía en el pasado. Hoy se le identifica como un trabajador de la salud, un asalariado, sino es que como burócrata. Ha perdido credibilidad entre un segmento de la sociedad, de tal forma que la relación médico-paciente se ha llenado de desconfianzas mutuas que propician una vigilancia de la actuación del médico por parte del paciente, sus familiares o sus abogados. 
Tampoco es raro que soliciten una segunda o tercera opinión. El trabajo en equipo es hoy en día ponderado como una fórmula deseable para ejercer la medicina clínica, la que cada vez parece menos un asunto de un solo médico y su paciente. En las unidades de atención médica con frecuencia es un médico distinto el que atiende al paciente en cada cita. 

La comunicación profesional , es tan importante en la atención como el buen diagnóstico. El/la profesional tiene a su alcance recursos para garantizar el acceso a la salud cuando el usuario llega a la consulta:
> No hacer sentir a la persona como un número más. 
> Saludar a la persona que llega a su consultorio. Una cálida sonrisa es siempre la mejor bienvenida. > Cómo se nombra a la persona también va a depender de las costumbres de cada lugar. En algunos lugares es adecuado llamar por el nombre, mientras que en otras esto es tomado como muestra de excesiva confianza.
 > El uso de diminutivos o apodos genera una infantilización del paciente que dificulta una comunicación efectiva. 
> Es conveniente empezar la entrevista con una pregunta abierta que estimule el relato del motivo de la consulta. 
> Antes de realizar cualquier indicación, es necesario escuchar con paciencia y atención el motivo de la consulta. Cada persona tiene su forma y sus tiempos de expresarse. 
> Recuerde que sin códigos comunes, palabras compartidas, no hay comunicación posible. Muchos médicos no conocen la realidad de sus pacientes, sólo se limitan a relacionarse con ellos desde la enfermedad y no desde la integralidad de la persona. 
> El espacio de consulta no debe reducirse meramente a transmitir datos al paciente, es una instancia para dialogar, preguntar, orientar, aconsejar, prevenir, conversar.
> Hablar de calidad de atención en la consulta, no solo implica una buena atención clínica, sino también poder desplegar un espacio de escucha donde puedan volcar todas sus dudas, inquietudes y, a veces, angustias.
> Utilizar palabras lo más claras y sencillas posible, aún para explicar procesos complejos. Evitar el uso de términos técnicos y siempre traducirlos a un leguaje cotidiano. 
> Re-preguntar, volver a preguntar lo mismo pero de otra manera,  para revisar si entendió las indicaciones. Es importante explicar si se entendieron sus indicaciones con claridad. 
> Si el paciente no entiende las indicaciones, es conveniente explicarle a quien lo acompaña. 
> Escribir la receta con letra clara y leerla en voz alta al paciente (quizás la persona no sepa leer y no se lo diga). 


De los pacientes 

" El usuario de salud tiene derechos: derecho a la información, a acceder a su historia clínica, a conocer los resultados de estudios y análisis, a conversar sobre el plan del equipo médico para tratar su problema si  es que lo hubiera"

El paciente ha adquirido una mayor conciencia de sus derechos y es cada vez más frecuente que 
defienda su capacidad de autodeterminación contando con el apoyo de la familia. 
La moderna bioética consagra el principio de autonomía para los pacientes competentes, de tal manera que se acepta que pueden incluso negarse a seguir las prescripciones del médico si no les parecen apropiadas y apoya el derecho del paciente a participar activamente en las decisiones que le conciernen.














 

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